Jun 29,2020
Categoría: Noticia
Autor: Raquel Alvarado de Palacios
Por: Raquel Alvarado de Palacios
Cuándo me decidí a escribir sobre liderazgo, tema que me apasiona tanto, me preguntaba ¿será más de lo mismo? ¿qué puedo agregar diferente? Y me respondí, “sencillo: comparte tus experiencias como Consultora y Facilitadora, con más de 20 años potenciando líderes organizacionales y colaboradores”. De allí el título de este artículo.
Mi experiencia más reciente la tuve hace más de un año donde tuve la oportunidad para desarrollar un programa de liderazgo a una empresa regional en Centroamérica. Este programa surgió luego del resultado del Clima Organizacional. Esta es una herramienta, que para nosotros los Consultores, es el camino que nos lleva a establecer la ruta más certera para mejorar y transformar tanto a líderes como colaboradores. Esto lo hacemos con miras hacia una organización sana y capaz de lograr sus objetivos y por consiguiente metas, con alta productividad y compromiso. Nuestro proyecto se llamó TEO: Transformación para la Efectividad Organizacional.
En los resultados del Clima cada país mostraba las mismas áreas de mejoras. Nuestro mayor reto sería cómo potenciar esas habilidades blandas. También se trató de darles las herramientas necesarias para que ellos pudieran alinear a sus equipos hacia la Visión, Misión y Valores. Dicho sea de paso, esto lo tuvimos que hacer en todo Centro América con culturas muy diferentes en cada país.
No dude en apalancarme en los libros tan interesantes de mi ídolo John Maxwell y aplicar muchas de sus técnicas usadas en mis programas anteriores. En la medida en que el programa avanzaba fui descubriendo que aunque un líder entienda su rol y conozca las técnicas, si adolece de ciertos elementos que yo les llamo coloquialmente: ingredientes. Estos “ingredientes” son los responsables por no lograr el resultado en las personas. Estos son:
Humildad para dirigir: todavía en pleno siglo XXI le cuesta a un líder mostrar humildad. Su pensamiento es que “si soy humilde me ven débil”.
Empatía: De la empatía se habla mucho, pero aún no se comprende del todo y la pregunta es ¿por qué? Por un componente emocional principalmente. ¿Cómo puedo yo sentir lo que te pasa si no me ha pasado a mí? ¿cómo puedo yo experimentar esa emoción o sentimiento de lo que te sucede para poderte ayudar? Es allí donde surge el verdadero problema. La empatía requiere de tener conciencia de la situación del otro, comprender la emoción, y sentimiento del otro, para luego hacerla tuya con miras a poder buscar una solución.
Saber escuchar: Muchos líderes no quieren escuchar y por no ser empáticos, existe lo que comúnmente se conoce como: bloqueo emocional. Surge, por ejemplo, la situaciones de “quien tiene la razón”. Y por la falta de humildad, el líder no quiere perder. En ese momento, se mezcla la falta de humildad y empatía.
Actitud: El ingrediente más importante, diríamos que la sal en todo esto. Algunos líderes piensan que la actitud solo debe ser del colaborador. ¡Pués gran error! Debe ser de dos vías. En todos estos años he podido comparar diferentes líderes y el que posee mejor actitud lleva a su equipo adelante.
Para finalizar es muy importante desarrollar las capacidades de un líder. Es decir apoyarlo en pulir sus aptitudes. Sin embargo, si no posee alguno de estos ingredientes mencionado en los párrafos anteriores (que son habilidades blandas) tendrá como resultado un equipo poco comprometido, desanimado y como resultado existirán dificultades para obtener la productividad deseada.